Innovación que crea accesos directos
Innovación
La seguridad alimentaria es el desafío del siglo, o tal vez del milenio, para la agricultura y todos los sectores de la sociedad.
La seguridad alimentaria nunca estuvo tan presente en nuestro día a día como actualmente. El tema ha sido abordado en programas de televisión, en las escuelas de nuestros hijos, en conversaciones con familiares, en los más diversos escenarios. Lo que poco se sabe es que el término surgió bajo el contexto de la Primera Guerra Mundial cuando, a consecuencia de los conflictos, innumerables naciones vivenciaron el hambre y la desnutrición, además de la incapacidad de volver a producir alimentos suficientes para satisfacer a la población.
Incluso después de más de 100 años, todavía enfrentamos diversos desafíos en lo que se refiere a la seguridad alimentaria y, en mi opinión, para superar todos los obstáculos, necesitamos trabajar de forma holística, involucrando a todos los sectores de la sociedad. En el sector agrícola, por ejemplo, los agricultores trabajan arduamente en la producción de alimentos, mientras que los gobiernos se dedican a la creación de métodos más justos de distribución y acceso a la comida producida. A la población, cabe el consumo consciente de los alimentos, evitando desperdicios. Y, por último, en la industria hemos trabajado para ser el brazo extra que ayuda a la cadena productiva y, para ello, hemos utilizado una importante aliada: la innovación.
Desde hace décadas investigadores han trabajado mucho para desarrollar nuevas tecnologías y métodos que mejoren la producción de alimentos, tanto en calidad como en cantidad. La creciente población mundial hace de ello una exigencia, después de todo, si ya es desafiante alcanzar la seguridad alimentaria a siete mil millones de personas hoy, ¿imagínese cuando seamos más de 10 mil millones en 2050? Con inversiones en investigación, desarrollo y muchos estudios, el fomento de la agricultura moderna ha sido nuestra principal contribución.
Sensores capaces de percibir el surgimiento de plagas y enfermedades antes de que sean visibles a simple vista, drones que sobrevuelan cultivos identificando por medio de imágenes térmicas las exactas hectáreas de la hacienda que necesitan más cuidado, o incluso softwares que definen el momento perfecto de la cosecha de los alimentos para que estos duren más, son sólo algunos ejemplos del amplio abanico de la innovación en la agricultura.
Mientras tanto, la biotecnología despierta cada vez más como un aliado importante en la producción de alimentos saludables y nutritivos. El mejoramiento genético de cultivos como el maíz, uno de los cultivos que componen la base alimentaria de gran parte de los latinoamericanos, ha facilitado el trabajo de los agricultores y garantizado cosechas abundantes, ya que muchas de las mejorías lo hacen más resistentes a las enfermedades y al clima tropical predominante en la región.
Un informe recientemente publicado por el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (ISAAA, por su sigla en inglés), mostró que, en 2017, el área global de cultivos genéticamente modificados aumentó un 3% y alcanzó la marca histórica de 4,7 millones de hectáreas. El mismo documento menciona que de 1996 a 2016, según estudios de PG Economics, al menos 17 millones de agricultores ya se han beneficiado de la adopción de la biotecnología.
Sin embargo, no debemos entender la innovación en el campo de forma limitada, sólo relacionada con la inteligencia artificial, los robots, las computadoras y la ingeniería genética. El desarrollo de nuevos productos que combaten enfermedades en la agricultura ha sido igualmente innovador y desde hace mucho tiempo actúa como una pieza indispensable en la producción de alimentos a gran escala. Un trabajo que requiere al menos una década de estudios, pruebas y comprobaciones científicas para garantizar que no sólo el productor se beneficia, sino también los consumidores finales, nosotros mismos que vamos al mercado y encontramos a nuestra disposición en las góndolas alimentos frescos, sanos y con más durabilidad.
Con innovación actuamos fuertemente contra el desperdicio, y aunque aún queda mucho por hacer, datos de la FAO muestran que especialmente en América Latina y el Caribe, avanzamos significativamente en la búsqueda de la seguridad alimentaria: de 1990 a 2014 se redujo en un 60% la proporción de la población subalimentada en la región.
Sin duda, para garantizar la seguridad alimentaria no hay camino fácil. De las 815 millones de personas que todavía se enfrentan al hambre en el mundo, 37 millones sólo en América Latina, el escenario, en realidad, no podría ser más complejo. Sin embargo, nosotros en Bayer, seguimos comprometidos en llevar las mejores soluciones y tecnologías al campo. De esta forma, hemos alcanzado importantes avances en el desarrollo de la producción agrícola y, por eso, sigo creyendo firmemente en la innovación como principal motor de la agricultura del mundo.